Por Felipe Corrales
Fotos: Liliana Estrada/OCESA
Hay conciertos que apuestan por lo espectacular y las grandes escenografías, y otros que conquistan por su intimidad. El de Laufey en el Teatro Metropólitan fue de estos últimos: una experiencia donde el silencio fue cómplice, la vulnerabilidad un idioma y cada canción se sintió como una caricia directa al alma.
“Fragile” abrió la noche, marcando el debut de Laufey en un escenario mexicano. Bastaron unos acordes y su voz serena para captar la atención del público. Desde ese instante quedó claro que no se trataba solo de un concierto, sino de un diálogo emocional entre artista y audiencia.




El Metropólitan, con su acústica impecable y su atmósfera sobria, fue el escenario ideal para una propuesta minimalista, pero profundamente conmovedora. A lo largo del show, Laufey alternar con naturalidad entre el piano y la guitarra, siempre con una presencia cálida, sencilla y cercana. Temas como “Valentine”, “Second Best” y “Lovesick” fueron coreados con suavidad, envolviendo el teatro en una atmósfera de nostalgia compartida.
Uno de los momentos más emotivos llegó con “Letter to My 13 Year Old Self”, interpretada junto a Silvana Estrada. Ambas intercambiaron versos en inglés y español, creando un instante mágico, sincero y profundamente conmovedor que fue recibido con aplausos largos y sentidos.
Para el encore, Laufey eligió “I Wish You Love”, un cierre perfecto para una noche que tocó fibras delicadas. No necesita efectos ni artificios: le basta su voz, su talento y unas cuerdas bien afinadas para construir un universo emocional que conecta de forma directa con el corazón. En el Metropólitan, lo logró con creces.



