Por Elizabeth Muñoz
Fotos Fresale
Hace un año The Libertines puso a latir su corazón de nueva cuenta para por fin presentar su tan esperado regreso con Anthems for Doomed Youth, después de 11 años de separarse y de que sus líderes comenzaran nuevos proyectos esto le permitió a miles de fans reencontrarse con sus sonido al rededor del mundo que incluyó su primer visita a México como parte del Corona Capital 2015, haciendo el sueño de muchos realidad, y pese a que algunos pensamos que ese sería la primera y única ocasión que veríamos a Carl Barât, Pete Doherty, John Hassall y Gary Powell juntos en nuestro país, en menos de un año el cuarteto londinense regresó gracias a una extensión de su gira.
La noche prometía mucho pues aquellos que no pudieron ser participes de su primera presentación pudieron darse cita en la Arena Cuidad de México para escuchar los guitarrazos de Pete y la poderosa batería de Powell con un intro que comenzó a encender a la audiencia con “The Delaney” mientras el estadio comenzaba a llenarse a cuenta gotas.
Pero en realidad no importaba cuántos éramos en ese momento pues fuimos los suficientes para recibirlos un un grito ensordecedor que amigablemente respondieron el clásico «Gracias, México». La euforia se hacía más grande cada vez que Barât y Doherty se acercaban para cantar lado al lado en el mismo micrófono arrancando gritos y suspiros de muchas que siguen encontrando un lado atractivo a la evidente destrucción de su líder.
Aunque al principio se concentraron más en canciones que se desprendían de su último material como «Heart of the Matter», «Fame and Fortune», «Anthem for Doomed Youth» la melancolía tuvo más fuerza cuando sonaban canciones de sus primeros dos discos con los que muchos de nosotros pasamos los primeros años del 2000: «Boys in the Band» y «Barbarians». Pero sin dejar de lado el romanticismo, la ternura invadió la Arena en cuanto escuchamos «What Katie Did», y la hermosa «You’re My Waterloo», pretexto perfecto para sacar el celular para iluminar el recinto.
La noche pasó rápido, como una ráfaga de recuerdos en la que nos reencontrábamos con unos británicos que prometían un futuro brillante antes de que sus adicciones casi acabaran con ellos, con canciones que nos incitaban a mandar todo al carajo con la actitud que caracterizó a Pete durante sus años de gloria y por un lapso de aproximadamente una hora y media volvimos a hacerlo con pasos fuertes al ritmo de «Can’t Stand Me Now».
Los obstáculos por los que atravesó el conjunto no son ningún secreto, pero verlos firmes en el escenario nos dejan en claro que la pasión por la música fue más fuerte, pese a que la apariencia de Doherty diga lo contrario. Después de diversos coqueteos con la audiencia y un set que puso a cantar y a bailar a los presentes, la banda cerró con la esperada «Don’t Look Back Into the Sun», cerrando el ciclo de pasado y presente de una manera extraordinaria.