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COBERTURA

Nos volveremos a reunir bajo el sol: Trópico 2017

Por Karen Cosío
Fotos David Dajud

No me clavaré con el  tema de la logística de este año y de cómo para su quinto aniversario, el festival Trópico fue aquella fiesta que comenzó como una reunión entre amigos y terminó convertida en una masiva, en la que tu primo el más fresa le cae con todos sus amigos ya borrachos junto con los amigos de sus amigos y un sin fin de gente que ya ni conoce al festejado y en donde sólo hay un baño.  Me concentraré en los talentos musicales porque es a lo que uno, principalmente,  va a un festival de música; a disfrutar de actos en vivo. Aunque, para los que tuvimos la oportunidad de asistir en alguna de sus ediciones pasadas, nos quedó claro que había cambiado el factor “experiencia golden” que lo caracterizaba,  al final todo se perdona bajo ese escenario natural y  la curaduría musical que no dio tregua en cuanto bailar y enfiestar junto al mar se refiere.

Para la primera noche  del festival  los ritmos oscuros y llenos de energía por parte de los chicos de Titan hicieron a todos perder a cordura entre canciones de antaño y su material más fresco. Después vendría Dixon que  hizo bailar  a todos  y no dejaba ningún cuerpo descansar con sus ritmos de house  y techno que nos hacían sentir en un Boiler Room edición tropical.

Decidí terminar temprano la fiesta la primera noche para no tener pretexto el día sábado. El escenario de la playa me recibió al día siguiente con una cumbia amazónica por parte del grupo peruano: Los Wembler De Iquito, que con su buena vibra y sus sonidos perfectos para no dejar de raspar huarache en la arena, admirando el atardecer, con canciones cuya letra exaltaba mensajes como “No fumes marihuana mejor fuma ayahuasca”.

Stephen Bruner y compañía fueron un acto para deleitarse por completo, Thundercat dio al festival, con esas distorsiones, solos y ritmos funk, R&B y acid jazz,  todo un espectáculo que inyectaba ondas tropicales  C a l i f o r n i a n a s. Qué manera de hacer y tocar música,  todo con una naturalidad y facilidad que se deja fluir en el escenario.

ONDATROPICA, grupo de ritmos guapachosos desde Colombia, fueron los siguientes que en hacernos bailar  con tremenda orquesta como si de ACAFEST 93 se tratase.  Mucha felicidad y ondas dignas de su nombre, un zapatear que hizo olvidar su código postal hasta al más fresa.

En un escenario más pequeño y alternativo, Fuego inyectó todo ese flow  y esas rimas que sin pensarlo aderezaban con mucha actitud el festival, lo mejor fue cuando Jesse Baez subió al escenario para interpretar ese single recién salido del horno “Tema 1 (SWOOSH)”.

Cut Copy me transportó  a mis mejores épocas new rave dosmileras que al mismo tiempo y por momentos, nos evocaban a ese rave noventero en el que todos  disfrutaban del juego de luces que hacían cambiar de color el escenario principal en forma de olas.

Si me preguntan lo mejor de la noche se llamó Polo & Pan que no en vano regresaron este año al festival y nos llevaron en un viaje por diferentes y cálidos  lugares del mundo y que, con un lleno total en el escenario principal, hacía a la gigantesca masa sentirse extasiada con ese performance live que rozaba en lo teatral.  Acompañado de ese toque fino que caracteriza a la electrónica francesa,  este dúo sabe muy bien cómo crear escenarios  para su disfrute y junto con la presencia femenina de esas coristas que aportaban con sus voces sensuales y  coreografías en esos vestidos vaporosos. Nos hicieron a todos decir muy gustosos ¡MERCI!

Como los años no pasan en vano, para Jungle decidí tomarme un descanso y ¿por qué no? una pestañita en la zona de camastros (qué oso). Un acto que me dolió un poco perder porque todos sabemos que sus actuaciones son lo más energético y entregado.

Para VITALIC con un poco de más ganas, el productor de techno y electro house nos dejó claro aquel legado que lo ha colocado como un gran referente dentro de la electrónica, en este punto envidié un poco la “pila” que muchos se cargaban.

Los más necios no dejaban entregar lo que quedaba de energía hasta el amanecer en el escenario de la playa  a los ritmos de Pional y Rub N Tug, donde el paisaje que se torna de colores mágicos es la recompensa para todos los aferrarfters.

Para el domingo lo único que pude disfrutar en la recovery pool party fue Flamingosis con esa selecta tan fina y acertada para disfrutar en la alberca, algo que moría de ganas de escuchar y no dude en entregar lo último que quedaba de fuerza en mis piernas con esos ritmos  funk & disco. Después de comprar un par de cosas a una marca local en el área de mercadito pool party y darme un último chapuzón en la alberca, era hora de regresar a respirar smog.

Trópico es de esos festivales que quisieras que nunca acabara y te transporta a otro mood muy alejado de nuestra realidad en la ciudad. Un abrazo cálido que se necesita de vez en cuando para recordarnos lo vivos que estamos y lo felices que podemos ser en el mar.  Y mientras me quito lo que queda de arena y repelo al frío de la capital, no puedo evitar pensar en qué tanto me urge regresar a las delicias del pacífico.

¡Hasta el 2018!

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